domingo, 4 de julio de 2010

Una remontada épica para soñar con el título

Los hinchas de La Base no olvidarán este partido frente a Sin Ayuda. Ese loco, loco, loco festejo del final, cuando Ignacio Iglesias remató al arco y la pelota se clavo en la red, quedará guardado para siempre en la memoria de los auriazules que se acercaron a la cancha 3.

Muchos se habrán quedado sin voz de tanto gritar; otros habrán querido imitar a todos los integrantes del plantel, que se abalanzaron sobre el césped para abrazarse entre ellos; para mirar al cielo y agradecer; para pellizcarse por el partido heroico que acababan de remontarle a Sin Ayuda, y que bien puede valer mas que tres simples puntos.

A veces, un partido pesa mucho más que su valor en puntos. Infla el carácter o ahonda las depresiones deportivas, de acuerdo con el resultado. La Base, por suerte para los suyos, no necesita de ningún psicólogo. Podrá ser superado por el rival en dos oportunidades, (sin merecerlo), cuando el marcador favorecía a los aurinegros por 2 a 1. Pero el xeneixe moldeado por Torres rara vez se desordena y jamás pierde el sentido colectivo: en la cancha, sus jugadores son solidarios con el compañero.

Pero es un equipo ciclotímico. Conjuga momentos brillantes con otros intrascendentes. Es capaz de todo: de sufrir un gol cuando Sin ayuda estaba para el cachetazo, Orlando dio rebote y Lissi no perdono. También de empatar el partido de pelota parada (la combinación perfecta Scali-Yapur-Marchetti terminó con el empate transitorio del zaguero, promediando la segunda etapa).

La Base, también, puede desconcentrarse: Sin Ayuda aprovechó el momento e increíblemente se puso nuevamente en ventaja, luego de un pase en cortado a la espalda de los centrales, que Lissi no lo desaprovecho y remató recto al primer palo decretanto el 2-1 parcial.

Pero también es un equipo con mucho temple y carácter: faltaba muy poco para el final, y los hinchas no imaginaban cuántas emociones quedaban en el guión del partido. La Base salio a matar, a seguir buscando, a no darse por vencido.

Empujado por su técnico y, sobre todo, encumbrado por la convicción de sus jugadores, fue al frente. Ya jugaba Marchetti, de profesión defensor, como un enganche más, detrás de los delanteros. Hacía rato que Yapur era volante derecho. Iglesias y Scali seguían en lo suyo: manejar los hilos del equipo desde la mitad del campo. Uno es la energía (Iglesias); el otro, la inteligencia, el cerebro, el pase justo (Scali). Bono y Boz, por su parte, ya eran dos autitos chocadores, en una lucha cuerpo a cuerpo con los centrales visitantes.

Sin Ayuda, vestido para el contraataque, tuvo a La Base al borde del nocaut. Pero Lissi, falló y el xeneixe se mantuvo con vida. Sólo salió de terapia intensiva cuando Boz empujo la pelota hacia la red luego de un centro de Pérez y una mala salida del guarda valla, el delantero puso el partido 2 a 2 a 7 minutos del final del partido.

En ese lapso. Los jugadores jamás dejaron de creer en la hazaña. Después de una jugada de pinball, en la que la pelota dio en el cuerpo de Boz y fue a parar a la red señalando el empate, a nadie le importó entonces lo que sucedería al día siguiente con Ligamento. Sólo importaban la épica remontada y lo que hiciera La Base.

Y el xeneixe lo hizo: en tiempo cumplido Boz pivotó en el área y habilitó al pateador menos pensado, Iglesias. Quien remato y puso el gol de la victoria. Festejo desenfrenado. Torres, por primera vez, salió del banco y celebró en la montonera de jugadores. En tiempo de descuento Pérez se escapo por la izquierda y definió el pleito 4-2.

La Base sigue inmersa en su ilusión, y los jugadores continúan luchando palmo a palmo por su sueño, por la gloria.