Ramiro Sarubbi abrió la cuenta para el conjunto auriazul a los 20', a los 26' Pablo Nepote estiró la diferencia, mientras que a los 30' de la segunda mitad Morpheus descontó y puso cifras definitivas.
El festejo infinito de la los jugadores e hinchas de La Base alcanzó para compensar, con creces, todo el sufrimiento de los últimos minutos. Claro, hubo un gesto del llamado heroismo deportivo de esos que movilizan el suspenso, la emoción, la angustia y que, al fin, explotan en el desahogo.
Con dos esquemas tácticos bastante similares, La Base y Morpheus poblaron el medio campo con la misión de adueñarse rápido de la pelota. En esa puja que en los primeros minutos resultó bastante pareja, La Base sacó una mínima ventaja, porque fue más rápido para definir en la lucha cuerpo a cuerpo. A partir de allí, explotó las dificultades de su adversario por el sector más débil, el defensivo.
La Base adoptó una postura primordial: planteó lucha de igual a igual en el medio, la zona en la que Morpheus suele hacerse fuerte. Con entrega y constancia, el conjunto de Pulvirenti cubrió espacios y evitó que su rival tuviera la iniciativa. Todo resultaba bastante friccionado y con escasas llegadas.
La Base hizo su negocio: inquietó con las escapadas de Juan Sebastián Dalla Fontana y Santiago Pérez, siempre respetando su ordenamiento táctico. Los dirigidos por Ignacio Pulvirenti encontraron espacios frente al desorden de Morpheus, sin ideas en la ofensiva, y muy vulnerable en la última línea. Así, a los 20 minutos de juego, se puso en ventaja: Ramiro Sarubbi interceptó el balón luego de un remate cruzado de Pablo Nepote, el delantero apareció sin marca y remató cruzado, la pelota se clavó en el ángulo superior derecho, Sarubbi puso justicia en el marcador.
El resultado obligó a Morpheus a adelantarse unos metros más en territorio ajeno. Lo intentó, es cierto, pero su falta de claridad y la ausencia de un juego colectivo, determinó una ofensiva sin éxito.
Faltando 10 minutos para el cierre de la primera etapa, el árbitro del partido apareció en escena expulsando a dos jugadores Xeneizes.
Pulvirenti intentó cerrar el partido para acomodar las fichas en el complemento, sin embargo llegaría la pincelada de Nepote por intermedio de un tiro libre, la pelota paso por arriba de la barrera entrando limpia en el ángulo, ventaja impensada y delirio en el banco auriazul. Minutos antes, el volante reventó el palo desde 30 metros.
Pulvirenti paró un 3-3-2. La impotencia gobernó a Morpheus en la segunda etapa. Buscó con pelotazos y La Base, sin desordenarse, sacó provecho de esa desesperación. Se paró firme en su campo, manejó la salida con criterio y no renunció al ataque. Igualmente, en las dos áreas hubo poco peligro. De parte de Morpheus, porque no supo generarlo. Y del lado de La Base, porque se sentía cómodo y seguro sin aventurarse en demasiados intentos ofensivos.
Morpheus intentó, en el segundo capítulo, modificar su mala fortuna con empuje y amor propio. Pero le costó muchos dolores de cabeza quebrar el orden de su adversario, decidido a resguardar la ventaja que había conseguido merced a su juego prolijo.
El buen trabajo del mediocampo y la defensa de La Base resultó la clave para obstaculizar la iniciativa de los experimentados.
Pablo Nepote fue el abanderado de la entrega y el sacrificio entre los volantes del equipo de Pulvirenti, bien acompañados por las oportunas intervenciones de Ignacio Iglesias y Sebastián Bono.
En tiempo cumplido, descontó Morpheus. Así fue que La Base terminó festejando, una vez más, ya que fue prolijo, inteligente, cuidadoso y efectivo, o contundente mejor dicho, y que terminó defendiendo con los dientes bien apretados ese gol de Nepote para aferrarse a la ilusión.