
Con goles de Iglesias y Fogliatti, La Base venció a Orsay 2 a 0 y sumó tres puntos de oro. Pegó en el momento justo, y después se defendió bárbaro. Carnaval azul y oro en la avenida.
Qué importa que el equipo no haya jugado un fútbol de alto vuelo. Que no se hayan visto acciones colectivas brillantes, ni que el resultado no haya sido decorado con goles de lujo. Lo que al hincha le importa, lo que verdaderamente le interesa, es que La Base ganó el clásico. Y lo hizo jugando como deben jugarse este tipo de partidos, con el corazón en la mano. Por eso se entiende tanta locura, tanto carnaval azul y oro que dejó a ese sector aurinegro desolado.
Es que debieron laburar bastante los futbolistas del elenco de la dupla para acabar así, extasiados por la felicidad. Tuvieron que batallar palmo a palmo en el mediocampo, donde se destacaron los guerreros Castillo y Sarubi, poniendo la pierna fuerte y tratando de jugar cuando es difícil hacerlo. Porque Iglesias y Nepotte corrieron de ida y de vuelta, porque abajo, Uribe, los centrales y Yapur sacaron todo, apoyados por un magnífico Orlando que mejoro la actuación en el segundo tiempo.
Y porque arriba, uno de los integrantes de la dupla ofensiva cumplió con aquello que se hacia es esperar, el gol, en un momento donde el empate parecía la única salida, Fogliatti con un suave remate lograr poner a La Base arriba en el marcador.
Después del gol paso lo que se esperaba. Orsay se fue a la carga a buscar la igualdad. Pero le faltó lucidez para romper la resistencia auriazul, y se repitió en centros estériles que invariablemente murieron en las manos de Orlando o en la cabeza de los zagueros Nitti y Marcheti. La Base se paró de contra, y liquido el pleito de la mano de Ignacio Iglesias. Sin embargo el equipo recién respiró aliviado con el pitazo del arbitro, obtuvo el premio más preciado. Porque pegó en el momento justo.
Se entiende semejante festejo. Tres puntos de oro que vienen para afianzar a La Base en la categoría, a propiciar el despegue de la zona caliente de descenso y promoción, a aumentar la cosecha en este Apertura en el que La Base es protagonista y puede soñar con algo más, a cicatrizar la herida del último 3-1 en recreo, a fortalecer el espíritu de un plantel confiado en su potencial y convencido de lo que quiere. Y por fin, tres unidades que al hincha lo hacen feliz, por todo ese puñado de motivos mencionados y porque, hasta que vuelvan a verse las caras en el semestre que viene, el "guapo" del barrio estará vestido de azul y oro.